No existe en la naturaleza conocida
(apenas una mínima parte del inmenso Universo) un ser, o máquina creada por el
hombre, más complejo y perfecto que el ser humano.
La anatomía humana, que tan bien
conocen quienes han hecho de su estudio y “reparación” tan digna profesión, han
tenido que repartírsela para mejor conocimiento, dada la complejidad de su
estructura y funcionamiento.
Solo hablando de los sentidos, olfato,
oído, vista, tacto y gusto, cualquiera de ellos es una máquina perfecta que el
hombre no ha sido capaz de construir ni remotamente. A veces esa máquina
perfecta tiene fallos irreparables y desde luego fecha de caducidad que la
moderna medicina, la alimentación, y el ejercicio físico logran retrasar.
Pero si compleja y semidesconocida es
la parte física del cuerpo, la parte espiritual (para los creyentes de las
religiones monoteístas, es decir la mayoría) o intelectual (para los
agnósticos) lo es en grado sumo. Los comportamientos de los seres humanos van
desde lo más abyecto y rechazable, promovido muchas veces por el odio, otras
por trastornos psíquicos o fanatismos rechazables, a los más sublimes, siempre
promovidos por el Amor.
En un extremo los asesinos (de alma o
cuerpo) y en el otro los santos (creyentes o no), personas dedicadas, en cuerpo
y alma, a hacer el bien a sus semejantes, personas que abandonan todo lo que
tienen y se desplazan a países remotos a los que no ha llegado el desarrollo, o
permanecen en sus países ocupándose de quienes, por enfermedad, situación
social o cualquier otra circunstancia negativa requieren de ayuda.
Y en medio, sin llegar a uno u otro
extremo, estamos la inmensa mayoría de la humanidad, mediocres en muchos casos,
incapaces de pensar en los demás antes que en uno mismo, con nuestros pequeños
odios y rencores, sin saber perdonar a quienes nos ofenden y que son causa de
tantos males.
Difícil, si no imposible, penetrar en
el pensamiento de otro ser humano, qué le impulsa a hacer el bien o el mal.
Psicólogos y psiquiatras, con su formación y experiencia lo intentan, cuando la
ocasión se les presenta, pero no suelen ser los criminales quienes acuden a sus
consultas.
Bravo Zulu. Un abrazo fuerte. Fede
ResponderEliminarcomo Fede: BZ.
EliminarANTONIO
Me ha encantado esa forma de decir lo difícil que resulta despejar la incógnita de cualquier ser humano (no digamos nada si algunos tienen, además, varias incógnitas!!!!). Otro abrazo Pacopepe
ResponderEliminarMuy bueno, viene bien en el "relajado" agosto. Rodrigo
ResponderEliminarCierto así es la complejidad humana. Entre el bien y el mal solo hay un pensamiento que lo mueve todo y ese pensamiento esta compuesto por pequeñas células desarrolladas y pensadas en ese maravilloso laberinto de masa gris. Dificil llegar ahí, nos tenemos que conformar con la idea de que hay tantos pensamientos como personas hay en el mundo. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias Lucía, esa complejidad tan extraordinaria debería hacernos pensar en muchas cosas que habitualmente no nos planteamos. Ojalá sirva para que algunos hagan esa reflexión.
EliminarSi, Jaime, nuestro cuerpo es un complejo organismo que necesita la atención y cuidado de diversos especialistas, a veces demasiados, y más con el paso de los años. y aquí, por desgracia , no hay plan renove.
ResponderEliminarAbrazos. Salvador