MUNDO | ENTREVISTA
"Todos sabemos que fallaron en el 11-S o el 11-M, pero nadie sabe, y
así debe ser, cuantos atentados se han abortado"
Antonio M. Delgado
Antonio M. Delgado
29/10/2014 13:47
Si existe una disciplina que
difiera más entre la ficción y la realidad esa es definitivamente el espionaje.
Una parte de la sociedad aun sigue relacionado el mundo de la inteligencia con
la cinematográfica figura de James Bond, personaje de ficción cuyas aventuras difieren
enormemente del quehacer cotidiano y las funciones de cualquier servicio
secreto moderno. La realidad es bien distinta: el mundo del espionaje abarca contextos
tan dispares como la corrupción política, el terrorismo internacional o la
competitividad industrial y trabajos que van desde la elaboración de informes
en un despacho hasta la infiltración tras las líneas "enemigas" pasando
por la moderna ciberguerra. En un mundo con cada vez más incertidumbres y
peligros, la existencia de un grupo de personas y organizaciones que se ocupen de recabar información y procesarla de
cara a tomar decisiones es vital para el correcto funcionamiento de los
países tal y como los concebimos hoy en día cumpliendo así una función
imprescindible para garantizar la seguridad nacional. La información es poder y
los servicios secretos existen para saber y cuanto más, mejor. En España, el
Centro Nacional de Inteligencia o CNI es el organismo que existe para "obtener información no alcanzable por otros
organismos" y "proteger los intereses políticos, económicos,
estratégicos o industriales" según se autodefinen en su propia página web.
Para conocer más a fondo este mundo hemos entrevistado a Jaime Rocha, antiguo
agente del CNI y Capitán de Navío de la Armada Española cuya carrera ha
abarcado diversos puestos relacionados con la Seguridad Nacional y como
agregado en distintas embajadas e instituciones españolas acreditas en el
extranjero. Rocha es además el actual delegado en Cádiz de la ONG "Madre
Coraje" y representante en la misma provincia de Asociación de Ex Miembros del Servicio de Inteligencia Español (AEMSIE).
Los
servicios de inteligencia parecen buscar cada vez más a expertos altamente
cualificados en ciberseguridad y todo lo relacionado con internet y las nuevas
tecnologías ¿Podemos afirmar que el perfil del agente de inteligencia ha
cambiado sustancialmente entre el siglo XX y XXI? ¿Qué cualidades
caracterizarán siempre a un agente de los servicios secretos?
Habría que empezar por
definir lo que entendemos por agente de los servicios secretos. Tanto lo es el
analista que no sale de su despacho, donde recibe y analiza la información que
le llega para terminar elaborando informes de inteligencia, como el experto en
comunicaciones que recibe la información de señales (SIGINT), la interpreta y
transmite, o el agente de campo, por llamarlo de forma comprensible, que está
en el terreno, se infiltra, establece redes y desarrolla todo su trabajo entre
las líneas enemigas. Las cualidades para una u otra misión, como se puede
comprender, no son las mismas. No todos sirven para todo. En cuanto a los
“técnicos”, los ha habido siempre, lo que ha evolucionado es la tecnología.
Naturalmente, los conocimientos técnicos
de los agentes que hacen ese trabajo no son los mismos, van acordes con el
avance de la tecnología.
Si
tenemos en cuenta los altos niveles de estrés a los que puede llegar a
enfrentarse un agente de campo ¿Cuáles son las características psicológicas que
deben tener aquellos que trabajen en la adquisición de información por medios
humanos o HUMINT? ¿Podemos considerar que la inteligencia emocional es el mejor
aliado del que dispone el agente?
Sin duda la inteligencia emocional se compone una
serie de cualidades internas y externas, yo diría que, en mayor o
menor grado, imprescindibles para este trabajo. Hay que tener unas
cualidades personales como ser muy discreto en lo referente a los temas
importantes, mantener la calma en situaciones comprometidas, tener empatía para
ganarse la confianza de las personas “objetivo”, dotes de actor, o actriz,
para meterse en el personaje, y una serie de técnicas que se aprenden y
entrenan. Eso en cuanto a cualidades generales, porque también los agentes de
campo desarrollan actividades muy distintas. No es lo mismo quien se infiltra
en un grupo terrorista que quien monta una red para adquisición de información
militar, política o económica. Dos ejemplos españoles bien distintos en
el trabajo, pero con unas condiciones personales similares: el Lobo, infiltrado
en ETA y Garbo, espía doble durante la Segunda Guerra Mundial.
También el trabajo en
un país extranjero está condicionado por la zona geográfica o
política de que se trate, los servicios de contra inteligencia con
que cuente, etc. todo eso condiciona el tipo de preparación
y entrenamiento del agente, los medios técnicos y humanos
con los que va a contar pero siempre partiendo de esa inteligencia
emocional imprescindible.
Las
recientes filtraciones por parte de Edward Snowden han obligado a los grandes servicios secretos a replantearse su
estrategia de comunicación viéndose obligados a ser más transparentes y
comunicativos con la ciudadanía ¿Nos encontramos en una nueva era de la
información en la que la confidencialidad absoluta ya no es posible y todo es
susceptible de darse a conocer antes o después?
Pienso todo lo contrario.
Hay que mejorar los sistemas de comunicaciones, hacerlos más seguros, con
sistemas de encriptación cada vez más eficaces, y seleccionar muy bien al
personal que tiene acceso a información clasificada con controles internos
frecuentes. La información que interesa a los servicios de inteligencia es la
que se refiere a los terroristas, servicios enemigos, políticos corruptos, etc.
El ciudadano que no ha hecho nada malo, nada tiene que temer y en cuanto a la
privacidad a la que tienen derecho, yo les diría que con solo tener y usar una
tarjeta de crédito, ser usuario de las redes sociales o telefonía móvil, ya es
completamente transparente. Un servicio de inteligencia no pierde el tiempo ni
emplea medios y personas para controlar a los ciudadanos. La información que no
interesa, que no aporta nada, se elimina.
Una
de las mayores sorpresas del caso Wikileaks es que una buena parte de las
fuentes de información de la que disponen y con la que trabajan los servicios
secretos es la misma que utilizan los medios de comunicación y a la que
cualquier periodista de investigación puede acceder sin demasiada dificultad.
¿Podemos considerar que el secretismo y el misterio que rodean a las agencias
de inteligencia es acorde a la realidad? ¿Estamos mejor informados de lo que
creemos?
Si es cierto, pero no solo
se emplean esas fuentes “abiertas”, es más, yo no diría que “una buena parte”
de la información procede de fuentes abiertas. La “calidad” de la información
la dan fuentes muchos menos accesibles y esas son las que interesan, si
queremos tener una información de inteligencia, contrastada y depurada. Las
fuentes abiertas, con mucha frecuencia, se emplean para intoxicar, desinformar,
hacer contrainteligencia. Hay que poner en cuarentena la información procedente
de fuentes abiertas.
El
sociólogo Jean Ziegler afirmó que "el secreto más poderoso es aquel que no
contiene nada" Cualquier información real puede ser descubierta y dada a
conocer, pero el falso secreto ofrece infinitas posibilidades de juego y
manipulación. ¿La distracción y la desinformación son estrategias comunes en el
mundo de la inteligencia?
Empezando por el final, ya
acabo de referirme a esa cuestión. La desinformación, si se hace creíble para
el enemigo, es decir bien hecha, con apariencia de verdad, puede dar grandes
resultados. Se emplea, y mucho, por la contrainteligencia. En cuanto a que todo
se llega a conocer, tengo mis dudas. Casi puedo asegurar que no es verdad y lo
digo por propia experiencia. Se me ocurre, a bote pronto, el asesinato del
Presidente Kennedy, cuya investigación está trufada de pistas falsas. Han
pasado más de cincuenta años y estamos como el primer día. Si un secreto
importante se deposita en personas que no merecen esa confianza terminará
sabiéndose, pero si los depositarios son los imprescindibles y personas
comprometidas, nunca se sabrán, o al menos mientras pueda tener interés. Con
perdón para Ziegler, una información vacía no tiene ningún interés, solo sirve
como desinformación, así que empeñarse en que no se conozca solo puede
interesar con esos fines. Insisto, hay secretos que solo conocen los
protagonistas y lo normal es que no se divulguen.
Encontrar
el balance adecuado entre la vigilancia que los gobiernos ejercen sobre la
ciudadanía para garantizar su seguridad y el respeto al derecho a la privacidad
daría para un largo debate en el que sería difícil encontrar un terreno común
que satisfaga a todos. ¿Dónde cree usted que se debería encontrar el límite de
lo moralmente aceptable para un agente de inteligencia a la hora de realizar su
trabajo?
Un agente de inteligencia
nunca tiene como objetivo la vigilancia de sus conciudadanos, siempre que estos
no den motivo para ser seguidos o vigilados. Otra cosa es que en una
investigación aparezcan personas que nada tienen que ver con el objetivo. Imagínese
que Vd., por error o puntualmente hace una llamada desde su móvil a otro móvil
que está siendo vigilado. Automáticamente el suyo también lo estará, es como
los racimos de cerezas que tiras de uno y arrastra a otros, pero en cuanto se
compruebe que no tiene nada que ver con la persona que está siendo controlada
se le abandona. Repito: no hay tiempo ni se pueden distraer medios técnicos ni
humanos para controlar a personas que no aportan información sobre un objetivo.
El ciudadano debe estar tranquilo. Si se ponen cámaras de seguridad en bancos,
comercios o en la calle, todos los que pasemos por su campo visual somos
grabados, sin embargo a nadie nos importa, mientras no cometamos un delito,
naturalmente.
Las continuas reivindicaciones y mensajes lanzados por los yihadistas
del Estado Islámico evidencian que un inminente atentado terrorista se cierne
sobre Europa. El Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, afirmó
recientemente que existe “una amenaza directa del terrorismo yihadista contra
los países occidentales con especial preocupación sobre intereses de EEUU,
Francia y el Reino Unido”. ¿Cree usted que la ciudadanía es consciente de hasta
qué punto es importante la labor que realizan los servicios secretos? ¿Existe
una Cultura de la Inteligencia en España?
Es
complicado. Por una parte, los responsables políticos no pueden tener a
la ciudadanía en constante estado de alarma, aunque exista y sea real o
incluso inminente. Si no se conoce con cierta aproximación el lugar, fecha,
medio que puedan emplear y objetivos, no se puede alarmar a toda la
población. Dar la alarma solo tiene sentido si con ello se pueden evitar víctimas.
Aunque nadie ignora que la amenaza del terrorismo yihadista es algo,
desgraciadamente, muy real y próximo. El trabajo de los servicios secretos no
se conoce cuando, por ejemplo, logran evitar un atentado. Sin embrago los
fallos enseguida son del dominio público. Todos sabemos que fallaron en el 11-S
en Estados Unidos o el 11-M en España, pero nadie sabe, y así debe ser, cuantos
atentados se han abortado. Hay que tener plena confianza en su trabajo, que es
muy profesional y abnegado, y colaborar con ellos cuando se presente
la oportunidad. En cuanto a la existencia en
nuestro país de una Cultura de la Inteligencia, tengo que decir
rotundamente que la ignorancia es alarmante, porque no solo es de la
sociedad en general, sino que alcanza a políticos y profesionales
que deberían conocer mejor el trabajo de su Servicio de
Inteligencia. Para paliar en lo posible este vacío, la Asociación de Ex
Miembros del Servicio de Inteligencia Español (AEMSIE), entre otros objetivos,
realiza una divulgación de esa Cultura de Inteligencia fundamentalmente
a través de Universidades y medios de comunicación, como es el
caso.