sábado, 15 de octubre de 2016

REDES SOCIALES

Publicado en el Diario de Cádiz el sábado 15 de Octubre de 2016


                          Dos hechos ocurridos recientemente han tenido una muy amplia repercusión en las redes sociales. No cuestiono la importancia y el desarrollo que están teniendo las llamadas redes sociales, cada día con más usuarios, de más utilidad, mejores técnicamente. Se han hecho casi imprescindibles en nuestras vidas, pero todo lo que tienen de bueno queda empañado por el uso que hacen de ellas gente sin escrúpulos, ni educación, cobardes y “mala gente”.

         Casi no me atrevo, por respeto al protagonista, a relatarles lo sucedido con un niño, enfermo de cáncer, simplemente porque le gustan las corridas de toros y ha dicho que de mayor quiere ser torero. La reacción de algunos de esos que se vanaglorian de defender a los animales irracionales, quizás porque ellos mismos lo son, y están en contra de las corridas de toros, no han perdido ni un segundo para verter por esas redes sociales, valiéndose del cobarde anonimato, los más terribles insultos y deseos para el niño.

         El otro caso, mucho menos grave, pero igualmente cobarde e injusto, ha ocurrido con el jugador del Barcelona Gerard Piqué, a quien desde hace ya algún tiempo se acosa e insulta por las redes sociales. Es cierto que en ocasiones ha tenido gestos y declaraciones reprochables, pero es incuestionable su entrega y buen futbol con la selección nacional desde hace ya muchos años.

         Ahora, cortar por comodidad las mangas a una camiseta, costumbre habitual de Iker Casillas, mangas que para nada contenían los colores o símbolos de España, ha desatado de nuevo los insultos en las redes. De nada sirve esa entrega y buen hacer, de nada sirve que vista a su hijo con la camiseta nacional, esos cobardes intolerantes, son “mala gente” que hacen daño a la selección que suponen defender.

         Desgraciadamente esa gentuza abunda y esto no son más que dos casos de los muchos que se dan, incluso contra victimas del terrorismo. La ley que debería reprimir duramente estas actitudes es excesivamente benévola con ellos. Cuando las Cortes Generales recuperen la normalidad deberían acometer una reforma para endurecer los castigos a esos cobardes. 

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