Dos
hechos ocurridos recientemente han tenido una muy amplia repercusión en las
redes sociales. No cuestiono la importancia y el desarrollo que están teniendo
las llamadas redes sociales, cada día con más usuarios, de más utilidad,
mejores técnicamente. Se han hecho casi imprescindibles en nuestras vidas, pero
todo lo que tienen de bueno queda empañado por el uso que hacen de ellas gente
sin escrúpulos, ni educación, cobardes y “mala gente”.
Casi no me atrevo, por respeto al
protagonista, a relatarles lo sucedido con un niño, enfermo de cáncer,
simplemente porque le gustan las corridas de toros y ha dicho que de mayor
quiere ser torero. La reacción de algunos de esos que se vanaglorian de
defender a los animales irracionales, quizás porque ellos mismos lo son, y
están en contra de las corridas de toros, no han perdido ni un segundo para
verter por esas redes sociales, valiéndose del cobarde anonimato, los más terribles
insultos y deseos para el niño.
El otro caso, mucho menos grave, pero
igualmente cobarde e injusto, ha ocurrido con el jugador del Barcelona Gerard
Piqué, a quien desde hace ya algún tiempo se acosa e insulta por las redes
sociales. Es cierto que en ocasiones ha tenido gestos y declaraciones
reprochables, pero es incuestionable su entrega y buen futbol con la selección
nacional desde hace ya muchos años.
Ahora, cortar por comodidad las mangas
a una camiseta, costumbre habitual de Iker Casillas, mangas que para nada contenían
los colores o símbolos de España, ha desatado de nuevo los insultos en las
redes. De nada sirve esa entrega y buen hacer, de nada sirve que vista a su
hijo con la camiseta nacional, esos cobardes intolerantes, son “mala gente” que
hacen daño a la selección que suponen defender.
Desgraciadamente esa gentuza abunda y
esto no son más que dos casos de los muchos que se dan, incluso contra victimas
del terrorismo. La ley que debería reprimir duramente estas actitudes es
excesivamente benévola con ellos. Cuando las Cortes Generales recuperen la
normalidad deberían acometer una reforma para endurecer los castigos a esos
cobardes.
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