Un atentado contra un puesto fronterizo de Turquía, con el resultado de un militar muerto y dos heridos, ha sido el factor desencadenante de la entrada del país euroasiático en la guerra que algunos países occidentales mantienen con el Estado Islámico (DAESH) y que S.S. el Papa Francisco calificó como “una Tercera Guerra Mundial combatida por partes”, en su visita a Bosnia de junio pasado.
Trescientas detenciones simultáneas, de
posibles terroristas yihadistas, kurdos y militantes de extrema izquierda
(curiosa mezcla), han acompañado a los bombardeos de los cazas turcos sobre
posiciones del DAESH en Siria que han causado 35 bajas.
Para que no quepan dudas de la implicación de
Turquía en esta IIIGM, a lo anterior hay que añadir la autorización a los
bombarderos norteamericanos para utilizar la base aérea de Incirlik, en el este de Turquía.
Hoy mismo,
nuestro Ministro de Asuntos Exteriores, García – Margallo, contaba en una
emisora de radio que el avance territorial de los yahadistas es muy importante
y lo ilustraba diciendo que en una reciente reunión de ministros de exteriores
europeos, al iniciarse,
el Estado Islámico ocupaba 100 Kms. de la costa de Libia y al terminar, la zona
ocupada era ya de 200 Kms.
O los occidentales nos tomamos en serio,
nuestros gobiernos y oposiciones políticas quiero decir, todos a una, esta IIIGM
o pagaremos muy caro las consecuencias de su ceguera.
Mientras estos nuevos políticos, por
llamarles de alguna forma, se dedican a quitar bustos del Rey Juan Carlos y
fotos de su hijo el Rey Felipe, o cambiar nombres de pabellones deportivos,
como si fuera lo más urgente del mundo, por ahí fuera, y aquí dentro, se está
librando una batalla de la que depende nuestro futuro como civilización
occidental y nuestras vidas.
Que un ataque al puesto fronterizo turco y la
muerte de un militar haya “despertado” al gobierno turco, tan dubitativo hasta
ahora, a pesar del atentado del pasado día 20 en la ciudad de Suruc, cerca de la frontera
con Siria, que causó 31 muertos civiles, obedece, sin duda, a la presión de los
militares turcos sobre su gobierno, hartos de la pasividad a la que tantos
políticos occidentales nos tienen acostumbrados.
Muchos militares, turcos y no turcos,
observan con indignación los flagrantes incumplimientos de las leyes, que los
políticos no se atreven o quieren corregir. Muchos militares, Servicios de Inteligencia y
Fuerzas de Seguridad están hartos de advertir a sus políticos de los peligros
de ciertos comportamientos de nacionales y extranjeros, en cumplimiento de su
obligación de velar por la seguridad del país y protegerlo de sus enemigos
externos e internos.
Lo que está pasando en Turquía, con el DAESH
en su frontera, aun no lo vemos por aquí, pero solo digo aun. De no pararlos
cuanto antes no se sabe si sus continuas amenazas de reconquistar Al Ándalus
serán algún día realidad. Mientras nos entretenemos en pelearnos entre
nosotros.
Estamos en “Alerta 4” por temor a un más que
probable atentado terrorista, solo un escalón menos que la máxima alerta que ye
tienen en países como Francia e Italia, con el Ejército en la calle protegiendo
instalaciones y edificios estratégicos. Y aquí, nuestros políticos tocando el
violón: “que este se pone corbata”, “que si la otra es lesbiana”, “que hay que
cambiar tal nombre”, “que quien saca la bandera más grande”, “que vamos a
suprimir las Misas” (a ver si se atreven a prohibir la llamada al rezo de los imanes
desde el minarete, altavoces incluidos)…
Menos mal que Ejercito, CNI y Fuerzas de
Seguridad no bajan la guardia. ¡¡Dios nos coja confesados!!