Hace ya siete años largos desde que publiqué este articulo, pero las cosas que en el se denuncian apenas han cambiado. Es una tarea pendiente tanto de mujeres como de hombres, quizás más de nosotros que ocupamos la mayoría de los puestos de decisión en política, la empresa, las Universidades..., es decir de donde tiene que venir el cambio. No que haya más mujeres estudiando en las universidades, que ya las hay, sino que haya más mujeres dirigiéndolas.
Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer, esperemos que sea el último año en que sienten la necesidad de hacerlo.
En los últimos
días he tenido algunas experiencias personales que me han obligado a posponer
cualquier otro tema para un artículo y darle prioridad al que me ocupa. Sintetizo
los hechos que, aunque aislados, se enlazan perfectamente y tienen como centro
a la mujer:
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Un vídeo, de los que circulan por la red, con el título
de “La Invasión Silenciosa ”,
da alarmantes cifras del crecimiento demográfico en el mundo occidental, con
tasas de nacimiento rondando el 1,8, en los mejores casos, cuando se estima en
2,1 el mínimo imprescindible para, llamémosle, la conservación de una cultura.
Con las tasas del 1,9, calcula una supervivencia de esa cultura de 80 a 100 años y con las actuales, no
pasaran de 40/50 años. Es decir, en plazos relativamente próximos nuestra
cultura occidental sería reemplazada por otras cuyas tasas de crecimiento son
muy superiores.
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En una charla entre amigos y comentando la encíclica de
Benedicto XVI, “Caritas in Veritate” sobre “el desarrollo humano integral”, y
cuando habla de “los problemas relacionados con el crecimiento
demográfico” surge el tema de la
realización integral de la mujer y su derecho a ocupar en la sociedad los
puestos que su capacitación y formación le permitan, y como la maternidad
condiciona en muchísimos casos el logro de esos objetivos.
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Veo y oigo en televisión a la actriz/activista Emma
Thompson hablando de la trata de blancas y la prostitución femenina como uno de
los negocios mas lucrativos del mundo, “superior incluso a la droga o el
trafico de armas” y añade: “el mundo es muy peligroso para las mujeres”. No se
puede decir más con menos palabras.
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Un sacerdote católico amigo, comentaba hace unos días,
lógicamente sin referencias que los hicieran identificables, casos de malos
tratos domésticos, tanto de maridos como de hijos, a esposas y madres, algunos,
sobre todo en el segundo caso, por causa de la crisis económica, que ha
propiciado que chicos que han abandonado los estudios y no tienen trabajo,
exijan a sus padres la satisfacción de caprichos a los que económicamente no
pueden hacer frente.
¿Para qué
seguir? Estamos hablando del Occidente “civilizado” y, se supone, con unas
profundas y centenarias raíces humanísticas. Y, lo peor de todo, es que estos y
otros ejemplos similares, cuando observamos su evolución, no hacen sino
empeorar día a día. Las cifras negativas se disparan a cada nueva estadística
conocida.
Sin ningún
género de duda, estamos viviendo una etapa de recesión de los valores que
llevaron a esta civilización nuestra, la que hunde sus raíces en el judeo –
cristianismo, hasta las más altas cotas del “desarrollo integral del ser
humano”, a pesar de los muchísimos errores cometidos.
Quienes
están propiciando la desaparición de esos valores no se ocupan de sustituirlos,
simplemente queda el vacío más atroz, con muy malas consecuencias, una de las
cuales, es la postergación y el menosprecio del ser humano mujer, a quien, por
ejemplo, se dice proteger, convirtiéndola en única responsable de los embarazos
no deseados, ofreciéndole, no una ayuda, sino la única salida del traumático
aborto.
El
nacimiento de los movimientos feministas apenas ha logrado nada y por lo que
estamos viendo, nada lograrán siguiendo por el mismo camino. Su error de base,
su gravísimo error de base, ha sido y es, el enfrentamiento, la confrontación,
la lucha por ocupar el lugar que el hombre ha venido monopolizando durante
siglos.
No
es ese el camino. Dice el segundo Principio de Abraham Lincoln: “No se puede
fortalecer al débil, debilitando al fuerte” o en el cuarto: “No se puede ayudar
al pobre, destruyendo al rico” En una palabra, se trata de elevar la dignidad
de la mujer hasta exactamente la misma cota del hombre, no aspirando a
debilitarlo, sino al contrario, igualando en el máximo alcanzable ambas
dignidades.
La
lucha, de mujeres y hombres juntos, no por separado, ni en contra unos de
otros, es lograr que en la sociedad, en las familias, las empresas, las
administraciones públicas, las universidades, las fuerzas armadas y en fin, en
todos los estamentos sociales se arbitren los mecanismos legales y
administrativos que hagan posible la recuperación de la dignidad perdida (en
muchos casos), o deteriorada en quienes así lo sientan.
La
naturaleza nos ha hecho distintos y ha depositado en la mujer la fundamental
misión de la procreación, y no debe, bajo ningún concepto, renunciar a ella, si
así lo decide libremente, incluso optando por encontrar su realización plena a
través del duro y gratificante trabajo de llevar adelante una familia.
Pero, si no es
así, si decide desarrollar una profesión, tienen derecho a exigir la
compatibilización de la maternidad con su desarrollo profesional. La
reincorporación al puesto de trabajo reservado, las sustituciones que no dañen
la eficacia de la empresa o el organismo afectado, las compensaciones
económicas dignas en cantidad y duración, la promoción interna respetada e
incluso compensatoria…
Hay
mucho por hacer, juntos hombres y mujeres en la misma dirección, por erradicar
esas situaciones que denuncia Emma Thompson y otras que tienen siempre como
victima a la mujer…
Y eso hablando de mujeres occidentales, ¿que habría que decir de las mujeres de otras culturas "más primitivas" aunque coetaneas a la nuestra?
ResponderEliminarPues esas culturas "más primitivas" son las que llevan camino de sustituir la nuestra si no espabilamos...Y entonces pobrecitas las mujeres y toda nuestra civilzación...
ResponderEliminarJaime, guarda este acertado articulo que tendrás, desgraciadamente, que editarlo nuevamente. Un fuerte abrazo.Pepe
ResponderEliminarEsroy de acuerdo - Alberto
ResponderEliminarMe ha encantado, Jaime!!!; ojalá te den la opción, siempre, de poder publicar artículos con esta extensión que me parece mayor que la de la columna habitual, no?. Enhorabuena de nuevo y otro abrazo fuerte. Paco
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