No me refiero a la famosa
frase de José Ortega y Gasset en su discurso “Rectificación de la República”, pronunciado el
6 de diciembre de 1931, con la que quiso expresar su decepción con la
trayectoria que veía en la II República Española.
El día 1 de marzo del ya lejano 2010,
en pleno Gobierno Zapatero, publiqué en el Diario de Cádiz un artículo titulado
“Urgente: Necesitamos un/a líder”. Artículo que dio lugar a, nada menos, que 20
comentarios en la versión digital. Pasados cuatro años, seguimos sin líderes y
el único que hasta ahora ha aparecido en el panorama político español es un
producto de marketing llamado Pablo Iglesias (¿se llamará de verdad así?) y,
como decía Ortega de la república: no es esto, no es esto. No es a este tipo de
líderes a los que me refería.
Leo una encuesta de popularidad de los
políticos españoles actuales y ninguno aprueba, ni del gobierno ni de la
oposición, y en una encuesta más amplia solo destacan, desde el advenimiento de
la democracia, transición incluida, a Adolfo Suarez y Felipe González, como
políticos con sentido de Estado.
Se que muchos añadirán a alguno más,
pero las encuestas son, o deben ser, algo más que opiniones personales o de
grupos determinados. Son, o deben ser, opiniones de una muestra considerable de
ciudadanos. En las encuestas, como en las elecciones, tanto vale el voto de un
adolescente de 18 años que ejerce por primera vez este derecho, con escasa o
nula formación política y hasta sin más interés que el mero ejercicio de su
derecho democrático, que el de un veterano magistrado del supremo, pongamos por
caso.
En un país donde la formación parece
que no es un tema que preocupe a la ciudadanía, que el abandono escolar es de
los mayores de la OCDE y el fracaso escolar bate récords negativos curso a
curso, donde ninguna de sus universidades está clasificada entre las 300
mejores del mundo, parece que la “calidad” de los votos que se emiten elección
tras elección no pude ser, digamos, basados en criterios objetivos y formados
sobre lo que se vota y las consecuencias inmediatas.
Solo en un país como el nuestro (bueno,
y alguno más como Venezuela), se puede encumbrar a la categoría de líder
político a una persona como el profesor de universidad Pablo Iglesias, producto
mediático y populista, vendedor de humo que no explica ninguna de sus
propuestas, sencillamente porque no tienen explicación ni viabilidad. Meras utopías
impracticables.
Claro que tampoco necesita explicar
nada, se limita a decir lo que casi seis millones de parados y muchos de esos
jóvenes sin formación y con pocas posibilidades de trabajar (ni ganas, en
muchos casos y sé de qué hablo) quieren oír: Salario social para todo el mundo
sin trabajar (se olvida de que no somos Arabia Saudita y no tenemos petróleo,
ni siquiera como Venezuela); Impago de la deuda del país y las comunidades
(¿tendrá alguna idea de donde obtener financiación para pagar los salarios
sociales que propone, subsidios para los parados, pensión a los jubilados, sistema
educativo universal y gratuito, sanidad
pública, ayudas a los dependientes físicos y síquicos, obras púbicas al menos
las imprescindibles, servicios públicos de transporte, pago a funcionarios…).
Y todo eso bajando los impuestos a
todos menos a los ricos.
Los ricos, como él dice, son los que
crean puestos de trabajo y ponen su dinero en negocios productivos. Si un
negocio deja de ser productivo, no vende lo que fabrica o los servicios que
proporciona, termina cerrado, como estamos viendo por miles en España de unos
años para acá. Los gobiernos no crean
puestos de trabajo, salvo en los países
como Cuba, Venezuela, Corea del Norte y demás hermanos comunistas, donde la
propiedad privada no existe o está muy limitada. Recuérdese la frase favorita del
fallecido Hugo Chávez, tan idolatrado por Pablo Iglesias: “Exprópiese”.
Tuve la oportunidad de vivir en la
Checoslovaquia comunista y se como es ese sistema que Podemos quiere traernos
con el modelo venezolano, pero..¿Quien se lo explica a ese millón largo de
votantes de Podemos en la pasadas elecciones europeas? o a los que se disponen
a votarlos en las muy cercanas municipales.
No es este, Pablo Iglesias, el líder
por el que clamamos muchos españoles que sabemos de qué va esto (aunque no sea
más que por edad y experiencia) y no encontramos a una persona con carisma,
formación, experiencia, honradez contrastada, y dispuesto a trabajar por los
demás renunciando, si quiera sea temporalmente, a una brillante trayectoria
profesional.
Alguien dirá que si existe, o incluso
existen, en plural. Yo también lo creo, pero no veo que ninguno dé el paso
adelante. Difícil es que surja de entre los políticos ya conocidos, tanto del
PP (que no se renueva) como del nuevo
PSOE (Incluidos Susana Díaz y Pedro Sánchez, a los que habrá que dar un margen,
pero sus comienzos no son excesivamente ilusionantes, o lo son solo para una
parte de su electorado, no como para liderar un país como España). Ojalá nos
equivoquemos.
Así como el que descubra un producto que controle sin ningún riesgo la obesidad, se haría famoso, el que descubra un sistema por el cual podamos determinar la calidad de cada voto, en función de sus conocimientos, su honestidad, su espíritu de justicia y libertad, ese, no solo se haría más famoso que D´hondt, sino que merecería ser Presidente de Gobierno, mientras ajo y agua
ResponderEliminarYa sabemos que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos posibles. Uno de cuyos fallos es el apuntado.
EliminarDe momento no parece que haya solución, a pesar de experiencias tan trágicas como las de Hitler o Chávez, salvando las distancias, naturalmente
Cierto, necesitamos un lider que sea capaz de entusiasmar a todos, al menos a una GRAN mayoría con sus propuestas basadas en la realidad, no en la demagogia. Y llegados a este punto ¿no les parece que se está utilizando la palabra lider muy alegremente?. Alguien que gana votos o incluso unas elecciones por una mayoría ajustada para mí no es un lider, porque muchos de los votos que recibe no son por entusiasmo, porque sea capaz de ilusionar y arrastrar masas sino porque es "lo menos malo" o por el llamado voto de castigo a la alternativa. En mi opinión no son líderes: son representantes, dirigentes, presidentes....pero no líderes, ni siquiera de su propia formación puesto que siempre tienen facciones contrarias a él, es decir, no pueden ilusionar, convencer, entusiasmar a todos los de su misma formación política y llegan a la cumbre por un estrecho margen de votos y sólo despues de hacer pactos. Realmente ha habido muy pocos verdaderos líderes en el mundo. Saludos. M.
ResponderEliminarEs verdad que para alcanzar la categoría de líder se necesita bastante más que ganar unas elecciones, o ni siquiera eso.
EliminarEn el caso de Podemos, es la necesidad y las ganas de contar con verdaderos líderes, (en el sentido que se apunta en el articulo, es decir personas con carisma, "que ilusionen, convenzan y entusiasmen") , y ante el desolador panorama de la política española actual, lo que ha aupado a Pablo Iglesias a esa categoría de "líder mediático" para los grupos de extrema izquierda.
Pienso que solo para ellos, por mucho que quieran vendernos eso tan de moda, que nadie se cree : la transversalidad.
La izquierda ha encontrado un "líder", alguien a quien siguen ciegamente.