Occidente, los EEUU, se debate en un importante dilema: Atacar al régimen sirio de Bashar Al Assad, con lo que favorece a las fuerzas rebeldes trufadas de miembros de Al Qaeda, o dejar sin castigo internacional el supuesto uso de armas químicas del dictador sirio.
Vayamos
por partes, que diría Jack the Ripper: En primer lugar, es de un cinismo brutal
castigar a los autores de la muerte de mil sirios por el método de gasificación
y no hacer lo mismo por la muerte de muchos miles de sirios por métodos
¿permitidos? como los bombardeos.
En
segundo lugar: Los expertos de la ONU van a entregar un informe en el que, tras
varios días de toma de muestras y visita a los afectados, más quince días de
análisis, se limitarán a confirmar el uso del gas y sus características, pero
no se pronunciarán sobre que bando lo ha usado. Se podían ahorrar el viaje y el
informe que no resuelve nada.
Existen,
además, serias sospechas y algunas declaraciones, según las cuales, los
rebeldes sirios poseen igualmente, en sus arsenales, armas químicas.
Obama
se ha quedado prácticamente solo, incluso el Senado norteamericano está muy
dividido, y no quiere arriesgar una decisión absolutamente contestada por
aliados y países árabes. Tras las experiencias de Egipto, Libia y sobre todo
Irak, cabe preguntarse si la situación de estos países y de sus ciudadanos ha
mejorado en algún sentido.
Los
derrocamientos de regímenes tiranos como los de Mubarak, Sadam Husein, Gadafi o Ben Ali, ¿han
traído a sus pueblos más libertades cívicas, mejoras en la situación de la
mujer, cese de atentados terroristas, de enfrentamientos civiles, mejoras
sociales,…? Rotundamente No.
Occidente,
y ahí metemos a todos, pero especialmente a los llamados progresistas de
izquierdas, nos hemos tragado el anzuelo envenenado de la “primaveras árabes”.
Siendo muy benévolo supondremos un cierto buenismo, una ingenua credibilidad
hacia esos movimientos que se presentaban como “movimientos de estudiantes a
través de las redes sociales”.
Digamos
que eso era lo que querían oír y ver las cancillerías occidentales, unas
revoluciones pacíficas del estilo checoslovaco del 1989, exentas de fanatismos
y violencia, cuando el camino de la violencia se lo habíamos enseñado nosotros interviniendo
militarmente en Irak.
Siria
puede ser una segunda edición de Irak y Al Assad sumarse a la nómina de
dictadores árabes derrocados por los radicales islamistas con la piel de
cordero modelo primavera y la insensata ayuda occidental.
Que a
estas alturas y después de tantas y cruentas experiencias, Obama, el Premio
Nobel de la Paz, siga pensando que debe ayudar a esos movimientos rebeldes, parece
increíble. El mundo entero, empezando por S.S. el Papa Francisco y terminando
por el líder ruso Putin, le están gritando que salga de su error, pero este
defensor de la paz parece que quiera imponerla a base de muerte y destrucción,
porque supuestamente se han usado, no se sabe muy bien si por ambas partes, unas
armas químicas que, dicho sea de paso, algún país que mira para otro lado, ha
facilitado.
Dios (Ala
en estos casos) conceda larga vida a S.M. Mohamed VI de Marruecos y al
presidente Bouteflika de Argelia, garantes de una situación política y social
estable, manifiestamente mejorable, por supuesto, pero que constituyen un freno
importante y, de momento, inexpugnable al avance del islamismo yihadista, que
avanza hacia el flanco sur europeo (España) a través del Sahel, donde, ahí sí,
las potencias occidentales deberían emplearse a fondo.
Me
llama la atención que los Servicios de Inteligencia occidentales, especialmente
la CIA, no informen a sus gobiernos de la existencia de revolucionarios yihadistas ocultos tras esas
“revueltas primaverales”, o quizás si lo
hagan y sus dirigentes políticos valoren más la caída del sátrapa de turno que
el riesgo de lo que viene detrás.
Esperemos
que por una vez se imponga la cordura.
Completamente de acuerdo con lo que expones y la forma tan clara como lo haces. Nada que objetar. Yo tampoco entiendo la hipocresía esa de diferenciar muertos por armas convencionales, químicas, nucleares o a pedradas. Y encima todo ese armamento, en toda clase de conflictos, es proporcionado en gran parte por los países occidentales/"civilizados".
ResponderEliminarPalabras muy sensatas. A ver si es verdad que se impone la cordura.
ResponderEliminarUn abrazo!
Nacho