Europa sigue inmersa en una profunda
crisis económica y política de la que ni los más optimistas se atreven a
vaticinar su fin. Un final que se habrá llevado por delante millones de víctimas
en personas, empresas e importantes prestaciones
sociales, de cuya recuperación a niveles
de 2008 no se tiene noticia.
Alemania
se sometió a unos ajustes presupuestarios importantes, quizás previendo lo que venía,
unos años antes de la crisis, sin apenas haberse recuperado del inmenso
esfuerzo económico que supuso su reunificación tras la caída del Muro de Berlín.
Mientras, los países del sur seguían con el despilfarro de unas ganancias
obtenidas mediante la especulación, sin una base industrial sólida ni un
sistema bancario saneado.
A partir
del estallido de las hipotecas “subprime” en los Estados Unidos de Norteamérica
a comienzos de 2007, se suceden hechos de extrema gravedad en el sistema
bancario internacional, empezando por los propios Estados Unidos, cuya Reserva
Federal comienza inyectando 400.000 Millones de Dólares tratando de salvar los
muebles, pero no es más que el principio de una interminable cadena de rescates
bancarios, quiebras y nacionalizaciones.
Los impagos
de hipotecas en EEUU en marzo de 2007 ya alcanzaban la cifra de seis millones
de contratos por un importe de 600.000 Millones de Dólares. La Reserva Federal,
el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra
acuden al rescate del sistema, pero a la crisis financiera se suma el estallido
de la burbuja inmobiliaria, de magnitud muy superior a la vivida en 2001 con “las
nuevas tecnologías “.
La
historia vivida por cada uno de los países afectados es de sobra conocida y las
tremendas consecuencias para los ciudadanos también. Pero hay un hecho
diferencial muy importante: Mientras Estados Unidos, Japón y Reino Unido
cuentan con su propio banco central, una única política fiscal y financiera, en
la Unión Europea no existe esa unidad fiscal ni financiera y mucho menos una
unidad de criterio respecto a la función del Banco Central.
Casi
todos los países de la Zona Euro reaccionaron tarde, por ignorancia o
arrogancia, y hoy nos encontramos con países rescatados, sistemas bancarios
rescatados, deudas públicas y privadas de dimensiones incontrolables y recortes
en prestaciones sociales sobre las clases medias de cada país, donde el desempleo
crece sin control y se producen desahucios de viviendas y hasta suicidios de
desesperación.
Alemania,
que se adelantó al resto de países de la Zona Euro, es ahora quien dicta las
normas, quien obliga a los países rescatados o en situación precaria a
endurecer sus presupuestos con subidas de impuestos y recortes sociales.
La
receta impuesta por Bruselas para la reducción de la deuda acumulada, tiene dos
vías: aumentar los ingresos a través de los impuestos y disminuir el gasto de
las partidas presupuestarias más importantes, es decir recortes en educación,
sanidad o prestaciones sociales.
Los
resultados están a la vista. Después de unos años de seguidismo de estas
políticas impuestas, es cierto que se ha reducido el déficit presupuestario y
la deuda pública, pero no en la proporción y a la velocidad que se esperaba y,
a cambio, se ha producido un aumento incesante
del desempleo y de la pobreza, la destrucción de empresas y la emigración de
los jóvenes mejor preparados a países de economías con tasas importantes de
crecimiento.
Desde
siempre, pero ahora mucho más, hay voces que claman por un cambio de estas
políticas de austeridad, o al menos hacerlas convivir con políticas de creación
de empleo, de estimulo al desarrollo, al crecimiento y no a la recesión económica,
políticas que atraigan inversores y empresas.
Bien es
sabido que el dinero acude, y acude masivamente, allá donde su rentabilidad sea
máxima.
Las
cosas han llegado a un punto en el que solo gracias a la economía sumergida, en proporciones cercanas el treinta por ciento
del PIB, las subvenciones al desempleo y la solidaridad de familias y
organismos no gubernamentales, mantienen a la sociedad empobrecida-
Las
leyes que regulan las relaciones laborales, una política fiscal menos gravosa
para las empresas, periodos de carencia para nuevas inversiones, medidas
favorecedoras para la creación de empleo,
deben ser ahora prioritarias en las políticas de los países que más sufren la
crisis.
Solo la
unidad de criterio y acción de países como Francia, Italia, Portugal y España,
frente al inmovilismo germano, puede dar resultados en esa dirección, sino
seguiremos siendo países subsidiados a merced de quienes han comprado nuestra soberanía.
El paro no crecerá mucho más, pero si la emigración, la economía sumergida, la
pobreza…hasta donde la sociedad sea capaz de aguantar sin que líderes populistas
impulsen revueltas y actos de
desobediencia civil.
Urge la
aplicación de políticas de desarrollo, si aún estamos a tiempo.
Jaime, me parecen impecables y clarificadores tu resumen y análisis de la situación creada por la crisis tan enorme que estamos padeciendo. Solo un pero, si me permites, no mencionas la causa profunda. Para mí la pérdida progresiva de valores. Si la lucha por resolver la situación actual no incluye la toma de conciencia individual y colectiva de revitalizar esos valores, pienso que nosotros no veremos la recuperación.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu continuo esfuerzo.
José Antonio, tienes toda la razón. Lo que ocurre es que, desde mi punto de vista, la pérdida de valores viene de más atrás, es progresiva y, efectivamente, es el caldo de cultivo para todo lo demas.
ResponderEliminarAun en una sociedad que mantiene sus valores, hay sujetos capaces de los más atroces crimenes, los hay corruptos,ladrones y capaces de provocar situaciones como la que vivimos.
La esperanza está puesta precisamente en que la conciencia colectiva de nuestras sociedades se den cuenta de que para salir de una crisis de estas dimensiones es preciso reestablecer valores perdidos.
Gracias a Dios hay muchos granitos de arena que luchan por eso.Gracias por ser uno de ellos.
Como tu dices, si no es asi, nosotros ya no veremos la recuperación, pero me niego a tirar la toalla. No perdamos la esperanza.
Desde luego vemos diariamente como las medidas economicas actuales no estan arreglando nada.
ResponderEliminarSi todo son recortes y trabas,el dinero no fluye y esto contribuye a que particulares y PYMES se encuentren con escasez,precariedad,poco ó ningún margen de maniobra y pesimas espectativas.
No soy economista,ni experto en empleo,pero pienso que hay que ayudar de forma real a PYMES y autonomos para que poco a poco se creen puestos de trabajo,se puedan ampliar plantillas en las empresas,estas generen mayor y mas variada producción,y asi romper el cerco en que parece estamos anclados.
Muchos, economistas y profanos, estamos de acuerdo en la necesidad de tomar medidas que ayuden a crecer y crear empleo. Los líderes de los paises en recesión tambien lo piensan, pero aisladamente no se atreven a enfrentarse a Merkel (que ya ha olvidado las ayudas recibidas)y no logran ponerse de acuerdo para hacer un frente comun. Sin embargo tarde o temprano tendrán que hacerlo. Esperemos que no sea demasiado tarde.
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