sábado, 13 de abril de 2013

JUSTICIA SOCIAL Y CARIDAD

Publicado en el Diario de Cádiz el sábado 13 de abril de 2013

 


EN las actuales circunstancias económicas hay quien se pierde en debates estériles sobre si lo que el país necesita es justicia social, solidaridad o caridad cristiana, cuando realmente lo que importa a quienes no tienen cubiertas sus necesidades básicas es que alguien resuelva su situación. La justicia social, es decir, el reparto equitativo de la riqueza que genera un país, (si los dirigentes políticos fueran capaces y pusieran en ello su empeño), eliminaría las bolsas de pobreza y lograría hacer extensivo a todos sus ciudadanos el estado de bienestar, no haciendo necesarias otras formas de asistencia.

Lo que sucede es que ni los Gobiernos son capaces, ni son esas sus prioridades, y menos, naturalmente, en plena penuria económica, lo que propicia la aparición de organizaciones civiles cuyo trabajo consiste en aliviar las situaciones de extrema pobreza que sufren seres humanos en el mundo.

Organizaciones no gubernamentales de todo tipo, desde médicos a bomberos, se unen para prestar importantes, vitales, servicios a sus semejantes, desplazándose a cualquier lugar donde se les necesita. Aportan su tiempo, su ayuda económica, sus conocimientos y experiencias a favor de los más necesitados en un gesto de solidaridad, compasión y conmiseración, los sentimientos más nobles del ser humano. Amar al prójimo como a uno mismo, como reflejo del Amor de Dios, es lo que definimos como caridad cristiana. Nace Caritas en 1897 en la ciudad alemana de Friburgo y tiene su fase más activa tras la Segunda Guerra Mundial. La iniciativa de la Iglesia Católica alemana se universaliza y llega a todos los rincones del mundo donde hay necesidades que atender.

Manos Unidas, Orfanatos, Hospitales y Centros Asistenciales, donde millones de excluidos sociales encuentran consuelo a sus dolencias, son también obra de la Caridad Cristiana. No entremos al trapo de quienes quieren desprestigiar a unos para ensalzar a otros. Todas estas acciones son plausibles, sea la motivación que sea, y en momentos como el actual, necesarias. Mejor empleemos esas energías en exigir al Gobierno que promueva y realice la auténtica justicia social, que le es propia.

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