Nos resulta muy molesto tan solo evocar esa
imagen que no quisiéramos ver nunca en los televisores, mientras damos buena
cuenta de nuestra bien condimentada y abundante comida, de niños africanos de
vientre hinchado y claros síntomas de desnutrición, que se llevan a la boca un
escaso trozo de cualquier alimento recibido de la ayuda internacional, mientras
las moscas se posan en su cara.
Deseamos que pasen pronto, que se
eliminen de nuestra vista con la misma celeridad que se eliminan de nuestras
conciencias. No quisiéramos haberlas visto nunca para no recordarlas.
Estábamos debatiendo, un grupo de
directivos de una ONG que lleva veinticinco años de ayuda humanitaria y
proyectos de desarrollo en regiones muy empobrecidas del mundo, la forma de
concienciar a nuestra sociedad para que se comprometa, para que haga algo por
aliviar tanta miseria.
Llegamos a la conclusión de que es
necesario reeducar a nuestros conciudadanos, conseguir que hagan suyos estos
problemas, que sientan en lo más profundo de sus corazones que ese niño con la
cara llena de moscas también le concierne a él, aunque esté físicamente a miles
de kilómetros.
No seamos injustos, no todos son así,
hay muchas personas que entregan lo que pueden para aliviar estas situaciones,
unos su tiempo, otros su dinero o su trabajo, son los voluntarios que pueblan
estas organizaciones, pero claro, la necesidad es casi infinita. No es solo ese
niño, son millones de niños con hambre, con enfermedades incurables, sin techo
donde cobijarse, sin ninguna posibilidad de tener una mínima educación y no
digamos estudios y un desarrollo personal.
Pero también adultos que
milagrosamente han sobrevivido a tantas dificultades, millones de refugiados
que huyen de guerras y persecuciones o víctimas de catástrofes naturales o provocadas por otros hombres, necesitan
ayuda. Como digo, las necesidades superan con muchísimo a los recursos que
gobiernos y ciudadanos voluntarios han sido capaces de aportar hasta ahora.
Dicen, quienes han tenido la ocasión
de vivir de cerca estas situaciones, que por poca sensibilidad que se tenga quedan
marcados para toda su vida, pero no son muchos los que tienen el coraje, el
valor y el privilegio, si el privilegio porque les va a marcar para siempre, de
vivirlo.
¿Qué hacer para que tantos buenos
ciudadanos no pasen olímpicamente de tanto drama? ¿Qué hacer para que esas
imágenes, que no queremos ver, nos hagan saltar como un resorte y hacer algo,
lo que sea, por ayudar aunque mínimamente?
La respuesta, desgraciadamente, ya no
está en quienes observan la vida, los muchos dramas que nos rodean, sin que
apenas les afecten. La respuesta está en los jóvenes, los niños de hoy, a
quienes hay que enseñar a ser solidarios con quien sufre, a hacerse participes de los graves problemas
que viven tantos seres humanos a veces sin más motivo que haber nacido en una
determinada zona geográfica.
Esa ONG de la que estoy hablando, que
trabaja en Perú, Mozambique y también en España, tiene tres áreas. Las ya
mencionadas de Ayuda Humanitaria (los peces), de Proyectos de Desarrollo (las
cañas de pescar) y la más importante, la de Educación para el Desarrollo, la
conciencia de los valores solidarios que intenta transmitir a niños y jóvenes
del llamado mundo desarrollado y también a sus profesores, medios de
comunicación y creadores de opinión. Un titánico esfuerzo por recuperar valores
perdidos por esta sociedad del consumo,
egocéntrica y nihilista. Está en juego la vida de millones de seres humanos.
Interesante e imprescindible.
ResponderEliminarbueno es evidente que el verdadero problema es que muchos de esos problemas lo originan sus propios gobernantes, las superpoblación en determinadas zonas por que por su cultura ya cuentan que como tienen una gran mortalidad infantil pues tienen mas hijos para compensarlo, quizás este país que creo que es considerado como de los mas solidarios de occidente, además de sufrir una gran crisis propia, esta demasiado acostumbrada a ver esas campañas para ayudar a los demás, que solo reaccionan cuando ocurre una gran desgracia puntual. Por lo cual tampoco estoy totalmente de acuerdo con lo expuesto. Somos un gran país solidario.
ResponderEliminarCHE
Naturalmente ya hago la excepción de miles de voluntarios que trabajan aquí o en esos países tan empobrecidos (por las causas que sean : gobernantes, corrupción, explotación occidental, catástrofes naturales, guerras, persecución religiosa...). En Madre Coraje lo sabemos muy bien.
EliminarLos cientos de voluntarios, los recursos económicos procedentes del reciclaje, los trabajadores, los socios económicos, los donativos y las subvenciones oficiales, apenas dan para cubrir las necesidades básicas de quienes ya llevamos años ayudando, pero te metes en un nuevo país, como ahora Madre Coraje en Mozambique, el segundo más pobre del mundo, y te das cuenta de que somos una gota de agua en un océano.
La idea es sumar más esfuerzos, movilizar a quien aun no está movilizado y ve las moscas en las caras de esos niños y sigue comiendo como si nada pasara. A esos me dirijo, no a quien ya está involucrado de alguna manera en esta tarea.
Efectivamente España es un país muy solidario, pero no llegamos, hacen falta más voluntarios.