Aunque parezca que
Mayo de 2015 nos queda muy lejos, el ruido mediático, las encuestas, las
declaraciones de los líderes políticos, las pre-primarias y los proyectos de
pactos pre o post electorales que preparan el camino de las elecciones
municipales y autonómicas del próximo año, ya han empezado a producirse.
Por la situación económica, social y
política, por los interminables casos de corrupción, nepotismo y engaño de
muchos políticos y el hartazgo que lleva al desapego de la ciudadanía,
podríamos pronosticar, casi sin temor a equivocarnos, que, aun saliendo en los
dos primeros lugares, PP y PSOE (a pesar del cambio de líder) van a obtener
resultados muy decepcionantes para sus dirigentes.
Esta situación, que es nueva en nuestra
democracia, tuvo un prólogo en las
pasadas elecciones europeas, donde el fenómeno Podemos sorprendió hasta a ellos
mismos, que nunca habían soñado con obtener cinco eurodiputados. Su éxito,
basado en una bien planeada y mejor ejecutada campaña mediática y un populismo
sin complejos, ha animado a otras formaciones minoritarias, como Ciudadanos y
UPyD, a ampliar su campo de actuación, verse con posibilidades de subir de
forma significativa e incluso en pensar en un pacto pre-electoral para sumar
fuerzas y convertirse realmente en alternativa o gobernar en muchos municipios.
Otras consecuencias directas son: la
proliferación de pequeños partidos locales o regionales de nuevo cuño, cuyo
recorrido, hoy por hoy, no parece muy largo y la consolidación de
los partidos separatistas en Cataluña y País Vasco, que es importante y decisiva
para el gobierno e incluso el futuro de las dos comunidades.
Un repaso rápido a la situación, a
menos de seis meses de las elecciones, nos presenta: PP y PSOE con una caída
importante y, aunque sigan siendo mayoritarios en muchas ciudades, no podrán
gobernar solos como hasta ahora. La aparición de Podemos como tercera fuerza,
la subida de UPyD y Ciudadanos, la consolidación de ERC en Cataluña como
partido mayoritario y del PNV en el País Vasco, seguido de Bildu, componen el cuadro.
No, no me he olvidado de Izquierda
Unida. Es capítulo aparte. Creo que son los mayores perjudicados de esta crisis
política. Ellos y los sindicatos de izquierdas no han escapado a los escándalos
de corrupción y la aparición de Podemos les ha dado la puntilla. Son
conscientes de la situación y saben que solos lo tienen muy mal, por lo que
cada vez con más claridad abogan por un “amplio frente de izquierdas contra el
PP”, un Frente Popular formado por ellos mismos, PSOE y Podemos.
Por el momento, ni PSOE ni Podemos parecen
muy entusiasmados con la idea de unirse a un perdedor. Seis meses, como decía
al principio, pasan muy rápidos y es difícil que las cosas cambien demasiado.
Bastante tienen ahora los partidos para formar sus candidaturas y programas,
como para pensar en frentes electorales. Ni siquiera creo que cuaje la
pretendida unión electoral de UPyD y Ciudadanos.
Hay otra cuestión que juega en contra
de IU. En el panorama social español del Siglo XXI, las ideologías de
izquierdas y derechas no están tan definidas, en realidad, ningún partido,
salvo precisamente IU, puede ser encasillado tan radicalmente en una u otra
ideología. De hecho, ni los ciudadanos que se confiesan abiertamente de
derechas o de izquierdas se encuentran cómodos al cien por cien en ninguno de
ellos, salvo, repito, los votantes que quedan de IU.
Hasta el mismo Podemos, a quienes
algunos analistas políticos daban pocas expectativas de cara a las elecciones
municipales y autonómicas, presume, con datos contrastables, de
transversalidad, así que el anhelado Frente Popular de IU, por el momento no
parece viable.
El único interesado de verdad es Izquierda
Unida que ha llegado a decir, en boca de
sus nuevos dirigentes, que, de ganar las elecciones municipales de mayo próximo
el pretendido Frente Popular, al estilo del italiano Movimiento Cinco Estrellas
del cómico Beppe Grillo, sus efectos serian iguales a los de las elecciones
municipales de febrero 1931, es decir: el fin de la monarquía y la restauración
de la república. Ambiciosa pretensión para un partido a la deriva.
No vendría nada mal un Frente Popular que consiguiera mayoría absoluta. España necesita un revulsivo que despierte a esta sociedad dopada y salte adelante, mas para eso hay que exponerse, sacrificarse y aceptar años duros de lucha. Ahí está el inconveniente: lucha y sacrificio, casi nada.... Yo no votaré, hace tiempo que se me quitó ese vicio. JFT
ResponderEliminarCreo muy positiva la desaparición del bipartidismo. Los mandamases del PSOE y del PP tenían asumido la eternidad de sus cargos o, en peor de los casos su alternancia. Esta situación les permitía "tocar pelo" sin mucha dilación en el tiempo.Es el miedo a perder sus privilegios PARTICULARES lo que les hace revolverse contra la nueva situación que se prevée,, no los intereses de sus votantes y menos aún los del resto de la ciudadanía. Estos partidos, que predican una y otra vez lo de una España plural, deben admitir que esa pluralidad también les atañe asumirla a ellos.
EliminarEsa es la cuestión: votar o no votar, y si votas ¿a quién?, porque últimamente parece que las opciones no son lo suficientemente satisfactorias para nadie. ¿Se enteran los políticos?. Me da que no y hacen interpretaciones sesgadas en función de sus intereses, de lo que creen que los ciudadanos queremos oir. Lo que sea menos mirar por el país y empezar por ponerse ellos de acuerdo en una serie de cuestiones básicas. El bipartidismo no es bueno, pero una excesiva pluralidad tampoco. Toda esa pléyade de pequeños partidos, si alguno logra sacar un escaño no logrará nada práctico para el país, pero entrará en la rueda de los que viven del cuento. Y luego está el caso atípico de Podemos. Yo no creo que repita resultados porque se les está viendo el plumero. Y si se asocia con alguien...peor, porque acabaran como el rosario de la aurora, pero eso sí, forzarán al gobierno de turno a hacer cosas de dudosa utilidad disfrazadas de progresismo (contrario al conservadurismo), palabra que se usa ahora para definir ciertas ideologías que defienden libertades mas bien individuales, por lo que se ha visto ultimamente, pero que realmente aportan poco al conjunto. Claro que ahora todos la mencionan, hasta el punto que ya no se sabe qué significa realmente.
ResponderEliminarEfectivamente, ahora todos son "progresistas" pero nadie define lo que entiende por progreso. En realidad ¿quien no quiere el progreso de la sociedad? ¿quien quiere volver a siglos pasados?.
EliminarAhora hay quien se llama progresista y aboga por la eutanasia y no por los avances médicos que alivien los últimos años de vida dándole la mayor calidad posible, por poner solo un ejemplo.
Progresista es como una capa que todo lo tapa y muchas veces quienes así se definen son todo lo contrario, si entendemos como progreso la eliminación de la pobreza, la mejora de la calidad de vida, el acceso a la educación y la sanidad y todo lo que suponga una mejora, no solo material, del ser humano.