sábado, 13 de septiembre de 2014

LA JUSTICIA

Publicado en el Diario de Cádiz el sábado 13 de Septiembre de 2014

       Por una semana dejemos el tema catalán, los asesinatos yihadistas del Estado Islámico (en el decimotercer aniversario del 11-S) la corrupción generalizada y tantos graves problemas que nos preocupan, y mucho, porque de su resolución depende en gran medida nuestro futuro como ciudadanos, nuestras vidas, las de nuestros hijos y nietos.

      Un paréntesis para centrarnos, siquiera brevemente, en un problema que afecta directa y gravemente a los españoles: el funcionamiento de nuestra justicia. Ni siquiera las leyes, más o menos acertadas, más o menos defensoras de nuestros derechos, sino su aplicación y la consiguiente ejecución de las sentencias.

      En 1985, los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, suscribieron el llamado “Pacto de Estado para la reforma de la Justicia” que en la práctica solo ha supuesto una descarada politización del Consejo Supremo del Poder Judicial (CSPJ), y del Tribunal Constitucional, pero nada en cuanto a dotar a la Justicia de medios materiales y humanos para una eficaz y rápida aplicación.

La consecuencia inmediata es que cada vez las instrucciones de los procesos judiciales se alargan más en el tiempo, contándose por años el periodo previo a la celebración de juicios, si finalmente estos llegan a celebrarse y no han prescrito los delitos que se pretendían juzgar.

La separación de poderes no existe, la dependencia del poder político es absoluta y, aunque haya jueces independientes, el sistema les condiciona gravemente.


El ciudadano español que por cualquier causa se ve inmerso en un proceso judicial no tiene por menos que recordar la maldición gitana: “Pleitos tengas y los ganes”. Ya solo el proceso, por su lentitud, constituye un adelanto de la condena, sea o no culpable.

Politización, lentitud desesperante, falta de un sistema informático moderno y coordinado, funcionariado suficiente, son algunos de los males endémicos de nuestra justicia, cuyas consecuencias directas y graves afectan a los españoles.



Grave problema que no parece inquietar, al menos suficientemente, a nuestros políticos actuales y pasados. Ni siquiera se lo plantean. Será que les gusta como está.

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