martes, 29 de mayo de 2012

NUESTROS POLITICOS NOS ENGAÑAN

(Publicado en el Diario de Cádiz en diciembre de 2009, con el título: "¿Nos engañan nuesros políticos?". La duda se ha convertido en certeza tres años mas tarde. Se ha actualizado algun dato, pero solo lo imprescindible)

Decir que España no funciona como país, no resulta original a estas alturas. Estamos hartos de oír y decir: “la Justicia es lenta, luego no es justa”, “la Educación necesita con urgencia un Pacto de Estado”, “nuestros militares en “misiones de paz” deben estar mejor equipados”, “batimos récords mundiales de paro”, “la corrupción esta generalizada”… y tantas otras cosas, en mente de todos, manifiestamente mejorables.

       Abría que añadir, sin pretensión de originalidad, que la Democracia, en nuestro país, tampoco funciona. Cuando un partido político, tras un proceso electoral, obtiene la confianza mayoritaria de los ciudadanos, se dice, y es verdad, que gobierna aplicando el rodillo. Por el contrario, si el resultado de las elecciones no concede a un determinado partido la posibilidad de gobernar en solitario, empieza el baile político, cada cual busca pareja y llegan a pactos que hacen posible la gobernabilidad.

       Esto sucede a todos los niveles y en todas las administraciones y es, hasta cierto punto correcto. Si una formación política expone claramente su programa, sin animo de engaño, y su victoria no es suficiente, debe buscar aliados, pero aliados que se aproximen y acepten las líneas programáticas mas importantes.

       Lo ideal serian unas alianzas preelectorales, que cada elector conociera de antemano lo que vota, pero eso aquí es imposible, las distancias ideológicas y de intereses entre partidos es tan importante que lo hacen inviable, en cuyo caso una segunda vuelta sería deseable.

      Lo que sucede después es sencillamente un engaño a la ciudadanía. Los pactos postelectorales, considerando lo dicho más arriba, son simples pactos de conveniencia, pactos donde partidos políticos con programas e idearios totalmente opuestos, se unen para aprobar leyes que nos afectan a todos y en la que, generalmente, es el pequeño partido el que impone desmesuradas condiciones.

       Se echa de menos a Julio Anguita y su famoso: “Programa, programa, programa”, se podía no estar de acuerdo con él, pero la coherencia y responsabilidad ante sus votantes eran dignas de admiración. Eso hoy no existe.

     “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros” decía Groucho Marx y esa es la norma ahora en España. Se cambian programas y principios por votos o dinero y se llega a alianzas absolutamente incomprensibles y contra natura. Ya todo vale con tal de sacar adelante unos Presupuestos o una ley.

       Pongamos por caso que Vd., o yo, hemos votado al PSOE, es solo una suposición, en las elecciones generales de 2008, y que, siendo, como somos, personas responsables, habíamos leído los distintos programas, al menos en sus líneas maestras. Después de eso, responsablemente,  decimos votarles, y lo mismo que nosotros, otros once millones de españoles. Pues bien, sin saber porque, haciendo uso de esa mayoría y por conveniencia política, se busca unos aliados, que casi caben en un taxi, y se sacan de la chistera una “Ley de la despenalización del aborto” que nadie, salvo los del taxi, habían pedido. “Pero, oiga, ¿y sus electores? No estaban informados de esas intenciones, para el caso de que ya las tuvieran”. “No importa, quedaban todavía dos años para las generales, para entonces ya se habrán olvidado”.

      Así nos va. Prometen, ofrecen, hacen programas y nos juran por lo que haga falta que si ganan cumplirán escrupulosamente lo pactado. Luego….ya vemos como se comportan, y fían su futuro electoral a nuestra mala memoria.

     Muchos de estos males de nuestra democracia, que la desvirtúan hasta extremos de hacerla irreconocible como tal, tendrían remedio si  los dos grandes partidos llegaran a un acuerdo que permitiera modificar la actual Ley Electoral. Soñar es gratis.

      Esto no sucederá, y esta pésima ley tendrá aun larga vida. Los dos grandes partidos, salvo fenómenos imprevisibles, tienen asegurada la alternancia, las mayorías absolutas son difíciles de alcanzar, y cuando la alcanza alguno de ellos, como ahora el PP, entonces se aplica el rodillo.

     Los pequeños partidos, los separatistas o los del taxi, encantados cuando la situación les permite hacer su voluntad ejerciendo el viejo sistema del chantaje. ¡Bonito panorama para un país que se dice moderno¡

     Creo recordar que fue Alfonso Guerra quien certificó la muerte de Montesquieu en nuestro país y no le faltaba razón. Asistimos atónitos, bueno por lo que se ve solo algunos, a la concentración del poder en unas solas manos, las del Gobierno, y eso tiene otro feo nombre.

    El Poder Legislativo, cuado no es ejercido de forma absoluta por un partido,  ejerce sus funciones a base de pactos y mas pactos del Gobierno, ahora con estos, mañana con los otros, no importa quienes sean ni sus objetivos (a veces la desmembración de España), es la conveniencia del momento de quien manda. ¿Control al Gobierno? ¿Quién se lo cree?

     El Poder Judicial está absolutamente contaminado. Sus órganos rectores, sus altos tribunales son nombrados por los propios partidos en función de su representación parlamentaria y resulta cada vez mas evidente y descarado que quienes deberían ejercer como Poder del Estado no lo hacen y se limitan a seguir las directrices del Gobierno de turno.

    ¿Y el cuarto poder? Tampoco. Los grupos editoriales independientes casi no existen. Podemos elegir ver una televisión o leer un periódico sabiendo siempre de antemano lo que nos va a decir, hacia donde inclinan sus opiniones, quien está detrás.
Afortunadamente en todos los casos existen honrosas excepciones. Aun quedan españoles dignos y honrados, políticos, jueces, periodistas y en todas las profesiones, pero el Sistema está viciado y ahoga, casi hasta la asfixia, a las buenas gentes.

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